Friday, September 07, 2007






COMPRA DE VOTOS EN EL SENADO.
La política de Maquiavelo otra vez



Mauricio Castro Pedrero
Administrador Público
Junio de 2007





¿Qué es la Política?, ¿hasta dónde se puede llegar?, ¿es políticamente correcto condicionar un voto a la obtención de beneficios adicionales y que nada tienen que ver la materia que se pretende votar?. Todas estas preguntas surgen a propósito de la comentada votación en el Senado del proyecto de ley que aprueba la inyección de 290 millones de dólares para financiar el latamente criticado Transantiago.

Con estupor observé el noticiario nocturno "Última Mirada", cuando su conductor, el periodista Fernando Paulsen, entrevistaba al Senador independiente por la Región de Magallanes y la Antártica, Carlos Bianchi Chelech, y le consultaba con un toque de suspicacia si es que acaso no había aprovechado la oportunidad de solicitar al gobierno algo a cambio de su voto favorable. Ante esta consulta, el senador sonrió, alabó la astucia del periodista, y no le quedó otra que reconocer que había hecho requerimientos para favorecer a la región que representa, a cambio de su voto. Obviamente, con posterioridad - me imagino que por pudor - moderó su discurso y ya no fue tan explícito. Pero bueno, lo dicho, dicho está.
Posteriormente, escucho en un programa político de televisión, al Ministro del Interior, quien se indigna al escuchar que el gobierno "compró el voto" del Senador Bianchi. Se dedica más bien a aminorar lo conversado con el Senador - a quien lo llamó la mismísima Presidente de la República - señalando que sólo se habló de las iniciativas que el gobierno tenía pensado implementar en la Región de Magallanes. Sólo a hablar, ¿qué curioso?.
Por último, acostado en mi cama me dispuse a ver uno de mis programas favoritos: "Tolerancia Cero". En el panel se encontraba su nuevo panelista, el Cientista Político Patricio Navia. «Estupendo», me dije. « Que mejor que un cientista político para que explique lo nefasto que puede ser para una democracia, esta práctica de ofrecer beneficios extras, a cambio de un voto en el parlamento ». Lamentablemente, me equivoqué. Navia - que suele ser muy acertado - señaló que esa práctica es muy habitual en los Estados Unidos (cuyo sistema político conoce bien, porque ha estudiado y hace clases en dicho país) y que no tiene nada de cuestionable. Los demás panelistas también estuvieron de acuerdo (explícitamente o, al menos, por omisión).
Al escucharlos me indigné, ¿conoce usted una peor defensa argumental que señalar que una situación determinada no es cuestionable únicamente porque sucede o ha sucedido en otras partes?. A mí por lo menos, me irrita un poco ese tipo de argumentos.
En fin. Veamos.
El Gobierno prepara y envía al Poder Legislativo un proyecto de ley para financiar al Transantiago. No obstante - y como si no tuviéramos ya bastante despilfarro de recursos públicos - se aprueba una igual cantidad de recursos para invertir en las demás regiones. "Santiago no es Chile" dicen los regionalistas. Bajo esta lógica, por cada peso que se invierte en Santiago, se debe invertir idéntica cantidad en regiones. No, perdón. Me equivoqué. Cada vez que el gobierno ejecute desastrosamente una política pública en la capital, se deberá compensar a las regiones. ¿Lógico?. A mi me parece simplemente absurdo.
Pero volvamos a la compra de votos. Para analizar esta problemática, es menester aclarar lo que entendemos por política. Sobre el particular, existen muchos que reconocen a Maquiavelo como el padre de la Ciencia Política moderna. Según este filósofo italiano, los gobernantes deben preocuparse únicamente de mantener el poder. Esa es la esencia de la política: la acumulación y mantención del poder. Maquiavelo no habla en ningún momento que el poder debe ejercerse para beneficiar a la ciudadanía. Básicamente se centra en los que ejercen el poder y en cómo mantenerlo.
Creo que esa es la razón por la cual el señor Navia y otros justifican prácticas absolutamente reprochables. Ven la política como un juego de negociaciones, en que los más hábiles obtienen los mejores resultados, sin preocuparse tanto de cómo los obtuvieron. ¿Le suena eso del fin justifica los medios?. Maquiavelo.
¿Por qué digo que la compra de votos es reprochable?. Básicamente porque entiendo la política de una manera distinta. La Política con mayúscula debe entenderse como la actividad que tiene como fin último el interés y el bienestar general y no, el poder ni el interés de algún sector en particular.
En el caso específico, el Senado estaba ante un proyecto que involucraba una cantidad de recursos públicos más que importante, por lo que todos los honorables debieron votar en conciencia y analizando las ventajas y desventajas de este proyecto en concreto, y proponiendo las mejoras que estimasen pertinentes. Eso no puede ser transable. De otra forma, estaríamos aceptando una desnaturalización de la tarea legislativa, y por consiguiente, de la política.
La discusión siempre empieza y termina en el poder. Lo importante es determinar cómo utilizarlo. Ahí se encuentra la diferencia entre un político con principios - esos pensamientos, creencias y convicciones morales a las que Maquiavelo recomienda implícitamente olvidar -, de uno que no los tiene, y que actúa basado en contingencias y en el pragmatismo.
El Senador Bianchi se dejó tentar - a diferencia del Ulises de Homero - por las sirenas que le ofrecían beneficios para los habitantes de la zona que representa.
Negociar su voto - que a esta alturas y con una Concertación cada vez menos concertada, ha acrecentado su valor -para obtener estas regalías, es una estrategia equivocada y que le hace mal a la política. Lo que le corresponde al Senador Bianchi y todos los honorables, es estudiar los proyectos de ley - ya sean mensajes o mociones - y votar por lo que crean es lo mejor para el país, sin exigir nada a cambio en otras materias, aun cuando lo que exijan sea de una justicia incuestionable.
En suma, la Política es mucho más que lo que describió Maquiavelo. Y es mucho más, por que el poder es sólo un medio (no un fin en sí mismo). Un medio para tomar decisiones colectivas que beneficien a la comunidad en su conjunto. Maquiavelo olvidó esto último. Por eso lo considero un autor incompleto, aunque más que interesante.
Siempre me he cuestionado por qué los cientistas políticos lo defienden tanto. Quizá sea porque a lo mejor Maquiavelo tenía razón al señalar que el hombre es intrínsecamente malo, y por ende, la política era como él la describió en "El Príncipe". Así era. El "deber ser" nada importaba.
Espero que se equivoque, porque yo creo (todavía) que la política con principios no es una utopía, sino que un desafío…Ojalá los políticos no se esmeraran tanto en hacerme cuestionar esto último.